Dicen los sabios: la negación
del amor no es el odio, sino la indiferencia.
Es sano que,
luego de transcurrido un proceso de despedida del amor que nos unió a alguien: nos
liberemos. Sin embargo, esto no debería entrañar indiferencia, sino por el
contrario, una genuina despedida conlleva agradecimiento, perdón, comprensión y
respeto de ese amor que motorizó nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.
Todo lo amado, y lo vivido, se incorpora a nuestra existencia
otorgándonos identidad. Es perjudicial para nuestra evolución ser indiferentes
con aquello que nos constituye.
¡Atención, que se
entienda bien! Cuando el amor concluye, específicamente en las relaciones de
pareja, es muy conveniente liberar, debemos dar lugar a lo nuevo. Lo dicho no significa
que nos resulte indiferente la buena o mala fortuna de aquel que otrora fue el
depositario de nuestro amor.
En los tiempos actuales, muchas veces confundidos, dejamos
que la indiferencia atraviese nuestras relaciones familiares y sociales.
Algunas situaciones frecuentes de indiferencia: 1) los padres que “no tienen tiempo” para
ocuparse de las actividades, sentimientos y pensamientos de sus hijos; 2) los hijos adultos que se desentienden
de las necesidades de sus padres mayores; 3) los familiares más favorecidos por la fortuna que desaíran a los
menos beneficiados; 4) las
exparejas de buen vivir que son apáticos
a las penurias de aquél con quien compartieron proyectos, hijos y un extenso
período de su vida.
La indiferencia social
es abrumadora: 1) miles de niños pasan hambre, 2) millones de personas
viven en condiciones de indigencia; 3) el consumo obsceno de los recursos del
planeta que dejará a nuestros descendientes un hábitat desbastado. Y mucho,
mucho… más se podría decir de cómo la
indiferencia mata nuestra extraordinaria capacidad de amar.
Filosofar sobre el amor se torna perentorio, necesitamos amar más y mejor. Aprender a amar es
una decisión, y requiere esfuerzo. Tal vez,
como nos decía la Santa Madre Teresa de Calcuta
“debemos aprender a dar hasta que duela,
eso es Amor”.
©Margarita Llada
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