sábado, 20 de octubre de 2012

DE LA TRIBU A LA GRAN ALDEA GLOBAL

Mutación de la percepción de pertenencia a una matriz[1]

La percepción-conocimiento de pertenencia a una matriz se remonta a las primeras tribus .
La percepción-conocimiento de pertenencia a una matriz, en su primer escalón, se corresponde a “la tribu” expresión en la subyace una cierta idea de familia-aldea-territorio-pertenencia. Al explorar la onomástica[2] y cultura de los pueblos obtendremos evidencia contundente de cómo esta sabiduría ancestral atraviesa la evolución humana. Los nombres propios, que actualmente utilizamos, tienen su ancestral origen en alguna representación donde el hombre se unía a la totalidad de la que era parte indivisible
En escalones posteriores la percepción de pertenencia a una matriz irá mutando, quizás distante de nuestra mirada y veladamente, a pesar de ello, estrechamente ligada al desarrollo de nuevos estadios de conciencia. Así en los estadios ulteriores, “los dioses poder” encumbrarán la pertenencia mediante fieles relaciones de vasallaje. La “conciencia egocéntrica” creará el Estado que tenderá sobre la  pertenencia territorial un intricado velo de representatividades; simultáneamente, encumbrará el valor de la familia, acotándola a estrictas relaciones de parentescos… ¿por qué? Muy sencillo, percibe cómo necesario preservar las riquezas acumuladas, para lo cual debe asegurar la transmisibilidad de generación[3]en generación a los cercanos miembros pertenecientes a la familia.
En el estadio egocéntrico aquel remoto concepto de familia-aldea-territorio-pertenencia queda escindido. Lo territorial se diluye en el sutil entramado de representatividades del Leviatán[4] y, la familia se acota en extensión y se profundiza en derechos y obligaciones a efectos de garantizar la transmisibilidad de las riquezas. Una realidad donde el profundo sentido de pertenencia, que  propone el estadio tribal es arrasado por la destreza en el uso de la fuerza concentradora de energía del estadio egocéntrico. Así la tierra no pertenece a quien la habita sino quien detenta algún título (heredado o adquirido). La pertenencia a la tierra resultó “creativamente” transformada, por la habilidad para simbolizar, en “un título representativo del dominio” que nada, o poco, tiene de la sabiduría ancestral contendida en la conciencia tribal.
Sin embargo, la conciencia impele a la evolución. Emerge la conciencia sensible activando una nueva percepción de la aldea-territorio-pertenencia, ahora la tribu será  la gran aldea planetaria. Un fenómeno en ciernes, la transformación del concepto de familia. Algunos se perciben a sí mismos como comunidades; otros cómo miembros de razas; otros, como hermanos de la gran familia humana. La percepción de pertenencia la matriz, sin lugar a dudas, ha mutado de la mano de los progresos en la evolución de la conciencia. 



[1]Margarita Llada. “El poder creador de la conciencia”, 2012. Su cita es requerida
[2] Nota de la autora. La onomástica estudia el significado y origen de los nombres. La antroponimia estudia los nombres propios del hombre. La toponimia los nombres propios de los lugares.
[3] Nota de la autora. En los Códigos Civiles (o el Derecho Privado), de todos los sistemas jurídicos de raigambre occidental, el “derecho hereditario” ocupa un lugar de privilegio. Derechos hereditarios y Autonomía de la Voluntad constituyen dos grandes temas de los que se ocupan minuciosamente los Sistemas Jurídicos vigentes.
[4] TOMAS HOBBES. El Leviatán, obra emblemática en relación al rol del Estado en la modernidad.

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