El intercambio permite satisfacer las necesidades de los individuos y grupos, nuestro entendimiento del mismo espeja esa extraña fuerza organizadora: la conciencia humana.
En una parábola de escritor Jules Romains (1885-1972) que lleva el nombre de ¨Donogoo-Tonka¨[1] nos presenta de manera teatraliza la dinámica de creación de un grupo social y la emergencia de sus relaciones de intercambio:“El personaje es un viejo geólogo cuya principal ambición es ingresar a Academia de Ciencias, desgraciadamente, sus enemigos recuerdan que en su juventud escribió un artículo sobre la ciudad de Donogoo- Tonka, situada en el corazón de la selva amazónica.
Después se comprobó que esa ciudad no existía; ello imposibilita su elección.
Un aventurero le propone sacarlo del aprieto.
- Lo que nos constituye como seres humanos es el intercambio.
- El intercambio permite satisfacer las necesidades de los individuos y grupos.
- Las construcciones sociales derivan de alguna idea que bajo el impulso del deseo (o esfuerzo motivador) logra comunicarse.
- Las formas construidas son determinadas por la conciencia (la aptitud para percibir, conocer y experimentar) de un grupo, en un entorno específico.
- Las construcciones vigentes generan una particular dinámica de los sistemas sociales de los cuales emergen necesidades y modalidades de satisfacción coherentes con “el estadío de conciencia que transite el grupo”.
Así, el viejo profesor pudo ingresar a la Academia. La moraleja de la historia es que la actividad de un grupo es provocada por la existencia misma del grupo. Cada uno desarrolla necesidades de alimentación, salud, espectáculos, vestimenta, que dan un valor a los bienes propuestos por los comerciantes, las enfermeras, los cantantes, los sastres. Tales bienes serían productos inútiles si no se hubiera manifestado la necesidad de ellos. La riqueza de la colectividad es generada por la comunicación de los que tienen las necesidades con los que pueden responder a ellas. La riqueza son los otros. O, más exactamente, la posibilidad de intercambio con los otros. Este es el punto de partida de la reflexión y, por tanto, del análisis de lo que se produce en el curso de este intercambio. Por ello no es suficiente evocar los intercambios de que hablan los economistas. Más allá de las relaciones entre los que dan y los que reciben, el intercambio puede ser considerado como la especificidad de nuestra especie, especificidad que le ha permitido manifestar esa extraña propiedad que es la conciencia.”
Hasta aquí lo narrado por Albert Jacquard. También, de esta parábola podríamos avizorar algunos ejes para continuar nuestras futuras reflexiones:
En próximos blog te contaré como podría desarrollarse la historia de la parábola de Donogoo- Tonka con la emergencia de los distintos estadios de conciencia.
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